DEL DOBLE EN EL TEATRO
Antes que definir cual es la doctrina correcta a seguir en cualquier aspecto formativo siempre me he cuestionado si existe una doctrina correcta. ¿Sí el teatro, y en él, se parte de precisamente lo contrario (la exploración), como determinar o incluso institucionalizar dicha exploracion? Es obvio que se busque el mejor aprendizaje, pero éste no podrá ser posible en un ambiente privativo de la autoconsciencia, y en ella misma la consciencia del otro, de lo ajeno que nos es intimo. ¿Y qué si no se cumplen "requisitos"(parafernalias) en boga? El teatro real, aquel que tiene como unico objetivo el conectarse con el otro, ya no comunicarse, siempre a apelado a la memoria del colectivo (Jung nombraba a esa potencia inconsciente colectivo y Freud lo denominaba subconsciente en el individuo).
Incluso los mecanismos teatrales actuales apelan a sensaciones primitivas,a simbolos ocultos en la memoria de los seres humanos, de sus sociedades y civilizaciones, tan primitivas como el enigma de nuestra existencia. Aquellos mythos dormidos ya en la oscura mneme de la psyque.
El Rito como racionalizacion del Mythos.
Los griegos ya entendian esta cualidad del rito y asi mismo lo volvieron, separaron su parte irreflexiva, y la partieron en teo-cosmos. La historia de los dioses para referir la memoria de la naturaleza. Reflejando en él las respuestas plausibles a su historia, presente y porvenir. No en vano suprimieron la crueldad (cruor - verter sangre) y la canalizaron por medio del espectaré-espectaculo. Asi se contuvo (como Apolo a Dionisos en el oráculo de Delfos) al hombre en su convivencia común en sociedad. Antes de esto, el teatro era más que un espectaculo, era un rito en si mismo al ser espacio sede del desborde absoluto y personal (viaje a Eleusis).
El rito teatral primitivo (mucho antes que la version editada de los griegos) centraba su potencia cradora al fin unico de la convivencia de los dispares, del no espacio, del vacio. Quiza es por eso que el llamado "Teatro de Vanguardia" despues de 2500 años, e incluso más, centre su ahora su actividad de investigacion a esas pótencias primitivas. El teatro como reflejo del absurdo cotidiano desacraliza lo cotidiano, lo distancia para poder apreciar la realidad en su justa dimension.
La labor de aquellos honestamente buscan contribuir a la experiencia teatral, es no creer en las formulas ya probadas... si lo hicieramos así, negariamos la esencia misma del teatro. Suprimiríamos su función unica y real. El contacto con el otro en el momento mismo en que no negamos nuestro ser- asi mismo su mutabilidad- para no negar aquello que empata a los individuos: la diferencia.
En el teatro ideal el espectador debe dejar de serlo a un nivel consiente arrrastrado por su propia experiencia existencial, no importaran los mecanismos pero si la intencion con que se despliegan estos artificios, parafernalias y envolturas. Si es como producto, sí es que estamos presentando un producto jámas lograremos encontrar al doble nuestro. Pues sólo reproduciríamos maquetas prefabricadas, ¿Dónde quedaría entonces el órigen curioso del teatro?
El espectador se queda abandonado ante nuestra burda incapacidad de busqueda, si no resuena su identidad en el acto escenico (y asi se vuelve rito) no ocurre nada. Hablamos de espacio vacio en el teatro pero en un sentido dual. Donde el vacio solo puede ser lleno de nueva experiencia para que éste sea real, vívido en su propia construccion existencial.
El teatro solo puede ser necesidad de busqueda. Solo así lograremos ser ese doble que con tanto ahínco buscamos. El doble que no somos nosotros sino el otro.
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