TOMADO de Género con Clase
Por: Kerstin Bognar / Cimac
Sin embargo, con respecto a la disparidad de los ingresos, cabe recordar que, según datos de la Red de Mujeres Sindicalistas presentados este año, 16.2 millones de trabajadoras presentan una brecha salarial del 26 por ciento en relación con los hombres, lo que las pone en desventaja y, aun cuando realizan la misma labor y tienen igual nivel escolar que ellos, las lleva a ocupar los peores empleos.
Además, 46.6 por ciento de las 16.2 millones de trabajadoras recibe entre uno y dos salarios mínimos, lo que representa un ingreso mensual de entre mil 500 y tres mil pesos.
Para la competitividad y el desarrollo de un país, es esencial otorgarles los mismos derechos y las mismas oportunidades a las mujeres que a los hombres, señala el informe.
“Las mujeres y las niñas constituyen la mitad de la población mundial y sin su compromiso, su capacitación y su colaboración no podemos aspirar a lograr una rápida recuperación económica ni abordar eficientemente retos globales, como el cambio climático, la seguridad de los alimentos y otros conflictos”, afirmó el fundador y presidente ejecutivo del FEM, Klaus Schwab.
El informe demuestra, además, la correlación positiva entre el IDG y el Índice Global de Competitividad, lo que significa que los países más competitivos son los que tienen más equidad de género. Aunque la correlación no comprueba la causalidad, es evidente que otorgarles más poder a las mujeres simplica un uso más eficiente del talento humano de una nación.
Asimismo, el texto enfatiza la importancia de la distribución equitativa de la educación entre la población femenina y masculina, y advierte que 82 de los 134 países evaluados han conseguido que la educación se distribuya de igual manera entre hombres y mujeres. En otras 41 naciones -entre ellas México- se ha logrado una equidad en la educación de entre 90 y 99 por ciento. Nueve países, la mayoría de ellos en África Subsahariana, están lejos de alcanzar este objetivo.
De acuerdo con el reporte, la educación tiene un impacto positivo en la población femenina: cada año de escuela primaria incrementa la capacidad individual de obtener ingresos entre 10 y 20 por ciento mayores; el efecto de la educación secundaria y terciaria en los futuros ingresos es todavía más alto.
Las mujeres que recibieron educación, tienden más a mandar a sus hijas e hijos a la escuela. Además, las hijas y los hijos de mujeres educadas generalmente tienen un mejor estado de salud, se alimentan mejor y tienen una esperanza de vida más alta.
El informa advierte también que el riesgo que corre una mujer de morir por causas relacionadas con el embarazo y el parto es 300 veces más alto los países en vías de desarrollo que en los países industrializados. El 80 por ciento de estas muertes podría ser prevenido si las mujeres tuvieran acceso a los servicios básicos de salud y maternidad.
Por ello, se enfatiza la importancia de mejorar los sistemas de salud y de aumentar el personal cualificado para atender la salud de las mujeres.
El índice advierte que en ningún país del mundo se ha logrado “cerrar la brecha entre los géneros”. Los países con menos disparidad entre hombres y mujeres son Islandia, Finlandia y Noruega, con poco más de 80 por ciento, mientras que el país con menos equidad es Yemen, con apenas 46 por ciento.
“Los países que no capitalizan totalmente una mitad de sus recursos humanos corren el riesgo de socavar su potencial competitivo. Es nuestro deseo resaltar el incentivo económico que se esconde al conceder poder a las mujeres y promover la igualdad como un derecho humano básico”, señaló Saadia Zahidi, coautora del informe y directora del Programa para la Igualdad de Género y Mujeres Líderes.
El Índice de Disparidad se publicó por primera vez en el 2006. Fue elaborado para crear una mayor conciencia acerca de los desafíos planteados por la inequidad de género y las oportunidades que implica su reducción.Género con Clase
México descendió dos lugares en el Índice de Disparidad entre Géneros (IDG) de 2009 con respecto a 2008, con lo que se sitúa en el penúltimo lugar de la región de América Latina y el Caribe, sólo por encima de Guatemala, país que ocupa el puesto número 111.
Así lo informa un reporte publicado el martes pasado por el Foro Económico Mundial (FEM), una organización internacional sin fines de lucro con sede en Ginebra, Suiza. De acuerdo con el texto, México descendió del lugar 97, que tenía en 2008, al 99 de 134 países evaluados. Esto significa que en todos los demás países latinoamericanos y caribeños, con excepción de Guatemala, existe más equidad entre hombres y mujeres que en la república mexicana.
El Índice de Disparidad, que evalúa el reparto y buen uso de los recursos y oportunidades en las áreas de educación, salud, participación económica y poder político entre la población femenina y masculina de cada país, menciona que en México disminuyó la disparidad de los ingresos por género, pero hubo retrocesos en términos de equidad del poder político, especialmente en el número de posiciones ministeriales ocupadas por mujeres, que descendió de 16 a 14 por ciento.
Sin embargo, con respecto a la disparidad de los ingresos, cabe recordar que, según datos de la Red de Mujeres Sindicalistas presentados este año, 16.2 millones de trabajadoras presentan una brecha salarial del 26 por ciento en relación con los hombres, lo que las pone en desventaja y, aun cuando realizan la misma labor y tienen igual nivel escolar que ellos, las lleva a ocupar los peores empleos.
Además, 46.6 por ciento de las 16.2 millones de trabajadoras recibe entre uno y dos salarios mínimos, lo que representa un ingreso mensual de entre mil 500 y tres mil pesos.
Para la competitividad y el desarrollo de un país, es esencial otorgarles los mismos derechos y las mismas oportunidades a las mujeres que a los hombres, señala el informe.
“Las mujeres y las niñas constituyen la mitad de la población mundial y sin su compromiso, su capacitación y su colaboración no podemos aspirar a lograr una rápida recuperación económica ni abordar eficientemente retos globales, como el cambio climático, la seguridad de los alimentos y otros conflictos”, afirmó el fundador y presidente ejecutivo del FEM, Klaus Schwab.
El informe demuestra, además, la correlación positiva entre el IDG y el Índice Global de Competitividad, lo que significa que los países más competitivos son los que tienen más equidad de género. Aunque la correlación no comprueba la causalidad, es evidente que otorgarles más poder a las mujeres simplica un uso más eficiente del talento humano de una nación.
Asimismo, el texto enfatiza la importancia de la distribución equitativa de la educación entre la población femenina y masculina, y advierte que 82 de los 134 países evaluados han conseguido que la educación se distribuya de igual manera entre hombres y mujeres. En otras 41 naciones -entre ellas México- se ha logrado una equidad en la educación de entre 90 y 99 por ciento. Nueve países, la mayoría de ellos en África Subsahariana, están lejos de alcanzar este objetivo.
De acuerdo con el reporte, la educación tiene un impacto positivo en la población femenina: cada año de escuela primaria incrementa la capacidad individual de obtener ingresos entre 10 y 20 por ciento mayores; el efecto de la educación secundaria y terciaria en los futuros ingresos es todavía más alto.
Las mujeres que recibieron educación, tienden más a mandar a sus hijas e hijos a la escuela. Además, las hijas y los hijos de mujeres educadas generalmente tienen un mejor estado de salud, se alimentan mejor y tienen una esperanza de vida más alta.
El informa advierte también que el riesgo que corre una mujer de morir por causas relacionadas con el embarazo y el parto es 300 veces más alto los países en vías de desarrollo que en los países industrializados. El 80 por ciento de estas muertes podría ser prevenido si las mujeres tuvieran acceso a los servicios básicos de salud y maternidad.
Por ello, se enfatiza la importancia de mejorar los sistemas de salud y de aumentar el personal cualificado para atender la salud de las mujeres.
El índice advierte que en ningún país del mundo se ha logrado “cerrar la brecha entre los géneros”. Los países con menos disparidad entre hombres y mujeres son Islandia, Finlandia y Noruega, con poco más de 80 por ciento, mientras que el país con menos equidad es Yemen, con apenas 46 por ciento.
“Los países que no capitalizan totalmente una mitad de sus recursos humanos corren el riesgo de socavar su potencial competitivo. Es nuestro deseo resaltar el incentivo económico que se esconde al conceder poder a las mujeres y promover la igualdad como un derecho humano básico”, señaló Saadia Zahidi, coautora del informe y directora del Programa para la Igualdad de Género y Mujeres Líderes.
El Índice de Disparidad se publicó por primera vez en el 2006. Fue elaborado para crear una mayor conciencia acerca de los desafíos planteados por la inequidad de género y las oportunidades que implica su reducción.
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