No fue mala suerte, no fue el error de un juez, es todo el modelo
perverso que defiende y reproduce el sexismo y la violencia hacia las mujeres.
El 9 de diciembre Yakiri Rubí Rubio fue
subida por la fuerza a una motocicleta por Luis Omar y Miguel Ángel
Ramírez Anaya (hermanos) y llevada por la fuerza al Hotel Alcázar. Ahí
fue tocada, insultada, violentada físicamente (la joven de 20 años
presentaba varias puñaladas en los brazos y rasguños) y violada por
Miguel Ángel, el hermano mayor.
El violador, quien pesaba casi el doble
de kilos que Yakiri, pretendía asesinarla (un intento de feminicidio),
pero ella logró empujar la navaja hacia su agresor, después de
forcejear, causándole una herida en el cuello. Los hermanos partieron en
la motocicleta y, al llegar a su casa, Miguel Ángel murió por el
sangrado.
Yakiri logró huir del hotel donde fue
agredida y se dirigió a la Agencia Número 50 a poner una denuncia contra
los dos hermanos. Omar llegó a la misma agencia horas más tarde para
denunciar el asesinato de su hermano a manos de “su novia” Yakiri (quien
es lesbiana y no conocía a los hermanos antes del secuestro y
violación). Dos denuncias, una sola detenida: Yakiri.
Es importante recalcar que lxs
familiares fueron avisados de la detención de Yakiri un día después. Al
asistir los padres a la Agencia para pedir información sobre la detenida
los policías ya hablaban de ella como “la homicida”.
A los pocos días y en un proceso lleno
de irregularidades Yakiri recibió la sentencia del Juez 68 de lo Penal
el día 17 de diciembre, un auto de formal prisión por homicidio
calificado.
El Procurador General de Justicia del
Distrito Federal anunció que no existía evidencia de violación, lo cual
era obvio al no haberse realizado los peritajes necesarios. Fue hasta el
día de ayer, 18 de diciembre y después de múltiples muestras de
indignación por parte de conocidxs, organizaciones y sociedad civil en
general que se hizo la prueba pericial correspondiente, dando muestra de
que existían restos de semen y violencia física. El mismo día, después
de la sentencia, se solicitaron por primera vez los vídeos de las
cámaras de seguridad del Gobierno del Distrito Federal que se hallan en
el lugar del secuestro.
Otro tema importante a considerar es que
el juez encargado de la sentencia fue ratificado en 2004 por el Consejo
de la Judicatura, a pesar de haber reprobado el examen de
actualización, en el cual se determinó que Santiago Ávila Negrón
presenta “falta de técnica jurídica, omisión de notificar a las partes,
falta de motivación e incongruencia en sus resoluciones” (La Jornada,
Lunes 16 de febrero del 2004)[1].
Más grave aún, es que el mismo Ávila Negrón fue acusado en 2011 por
Betzabet Perea, quien trabajaba como proyectista en el Juzgado 68 Penal,
por acoso sexual y despido por no responder a sus peticiones.[2]
El caso de Yakiri preocupa y genera
rabia por 2 razones principales. La primera, porque es un caso más de
violaciones a derechos humanos, donde el sistema judicial priva de la
libertad a la persona inocente y deja libre a un violador peligroso. Los
miles de casos parecidos nos permiten reconocer un sistema de justicia
que beneficia siempre a la parte más fuerte.
La segunda razón es que nos recuerda que las mujeres
no tienen garantizado el pleno acceso a la justicia en nuestro país,
como ha pasado con la mayoría de los casos de violencia de género. No es
suficiente la violencia que sufre una mujer después de ser maltratada,
golpeada, hostigada, violada o incluso asesinada. Esta mujer será
revictimizada, será víctima de un criminal y víctima por segunda ocasión
de un sistema inhumano de “justicia”. Los comentarios realizados por
los servidores públicos son un amplio ejemplo de ello: “¿estaba drogada
Yakiri dentro del hotel?”, “Seguro entró por su propia voluntad al
hotel”, “Yakiri era novia de Miguel Ángel”, “No hay pruebas de que haya
sido violada ni secuestrada” y una larga lista de frases que inculpan a
las mujeres de las situaciones de
violencia, que les niegan credibilidad, le restan importancia a la
violencia que reciben y las hacen sospechosas de provocar dicha
agresión.
Todo lo anterior hace que el caso de Yakiri represente el caso de miles de mujeres
que son violentadas por un sistema patriarcal de justicia. Como dicen
las compañeras feministas que se han sumado a las protestas “Le pudo
haber pasado a cualquiera de nosotras”.
No fue mala suerte, no fue el error de
un juez, es todo el modelo perverso que defiende y reproduce el sexismo y
la violencia hacia las mujeres. Qué
mensaje estamos recibiendo de estas instituciones. ¿Cuánto vale una
mujer frente a la justicia? ¿Por qué defender la vida propia frente a un
intento de feminicidio es castigado? ¿Bajo que ideas perdonamos las
violaciones sexuales a mujeres? ¿Por qué permitimos que día con día las mujeres sean molestadas y tratadas como objetos de deseo por los hombres?
Muchas preguntas surgen frente al caso
de Yakiri Rubí Rubio. Es momento de hacerlas visibles, de cuestionar a
las autoridades y de cuestionarnos socialmente. Seamos conscientes de
que los avances en este caso son resultado de la lucha y las
manifestaciones de la familia de Yakiri, de amigxs, organizaciones e
individuxs. ¡No dejemos de protestar! ¡No dejemos a Yakiri sola!
Y que la lucha sea por todas…
[2]http://www.acosolaboral.org.uy/mexico/acusanaMagistradodeAcosoSexual.php