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viernes, diciembre 20

La lucha por la libertad de Yakiri


No fue mala suerte, no fue el error de un juez, es todo el modelo perverso que defiende y reproduce el sexismo y la violencia hacia las mujeres.

El 9 de diciembre Yakiri Rubí Rubio fue subida por la fuerza a una motocicleta por Luis Omar y Miguel Ángel Ramírez Anaya (hermanos) y llevada por la fuerza al Hotel Alcázar.  Ahí fue tocada, insultada, violentada físicamente (la joven de 20 años presentaba varias puñaladas en los brazos y rasguños) y violada por Miguel Ángel, el hermano mayor.
El violador, quien pesaba casi el doble de kilos que Yakiri, pretendía asesinarla (un intento de feminicidio), pero ella logró empujar la navaja hacia su agresor, después de forcejear, causándole una herida en el cuello. Los hermanos partieron en la motocicleta y, al llegar a su casa, Miguel Ángel murió por el sangrado.
Yakiri logró huir del hotel donde fue agredida y se dirigió a la Agencia Número 50 a poner una denuncia contra los dos hermanos. Omar llegó a la misma agencia horas más tarde para denunciar el asesinato de su hermano a manos de “su novia” Yakiri (quien es lesbiana y no conocía a los hermanos antes del secuestro y violación). Dos denuncias, una sola detenida: Yakiri.
Es importante recalcar que lxs familiares fueron avisados de la detención de Yakiri un día después. Al asistir los padres a la Agencia para pedir información sobre la detenida  los policías ya hablaban de ella como “la homicida”.
A los pocos días y en un proceso lleno de irregularidades Yakiri recibió la sentencia del Juez 68 de lo Penal el día 17 de diciembre, un auto de formal prisión por homicidio calificado.
El Procurador General de Justicia del Distrito Federal anunció que no existía evidencia de violación, lo cual era obvio al no haberse realizado los peritajes necesarios. Fue hasta el día de ayer, 18 de diciembre y después de múltiples muestras de indignación por parte de conocidxs, organizaciones y sociedad civil en general que se hizo la prueba pericial correspondiente, dando muestra de que existían restos de semen y violencia física. El mismo día, después de la sentencia, se solicitaron por primera vez los vídeos de las cámaras de seguridad del Gobierno del Distrito Federal que se hallan en el lugar del secuestro.
Otro tema importante a considerar es que el juez encargado de la sentencia fue ratificado en 2004 por el Consejo de la Judicatura, a pesar de haber reprobado el examen de actualización, en el cual se determinó que Santiago Ávila Negrón presenta “falta de técnica jurídica, omisión de notificar a las partes, falta de motivación e incongruencia en sus resoluciones” (La Jornada, Lunes 16 de febrero del 2004)[1]. Más grave aún, es que el mismo Ávila Negrón fue acusado en 2011 por Betzabet Perea, quien trabajaba como proyectista en el Juzgado 68 Penal, por acoso sexual y despido por no responder a sus peticiones.[2]
El caso de Yakiri preocupa y genera rabia por 2 razones principales. La primera, porque es un caso más de violaciones a derechos humanos, donde el sistema judicial priva de la libertad a la persona inocente y deja libre a un violador peligroso. Los miles de casos parecidos nos permiten reconocer un sistema de justicia que beneficia siempre a la parte más fuerte.
 La segunda razón es que nos recuerda que las mujeres no tienen garantizado el pleno acceso a la justicia en nuestro país, como ha pasado con la mayoría de los casos de violencia de género. No es suficiente la violencia que sufre una mujer después de ser maltratada, golpeada, hostigada, violada o incluso asesinada. Esta mujer será revictimizada, será víctima de un criminal y víctima por segunda ocasión de un sistema inhumano de “justicia”. Los comentarios realizados por los servidores públicos son un amplio ejemplo de ello: “¿estaba drogada Yakiri dentro del hotel?”, “Seguro entró por su propia voluntad al hotel”, “Yakiri era novia de Miguel Ángel”, “No hay pruebas de que haya sido violada ni secuestrada” y una larga lista de frases que inculpan a las mujeres de las situaciones de violencia, que les niegan credibilidad, le restan importancia a la violencia que reciben y las hacen sospechosas de provocar dicha agresión.
Todo lo anterior hace que el caso de Yakiri represente el caso de miles de mujeres que son violentadas por un sistema patriarcal de justicia. Como dicen las compañeras feministas que se han sumado a las protestas “Le pudo haber pasado a cualquiera de nosotras”.
No fue mala suerte, no fue el error de un juez, es todo el modelo perverso que defiende y reproduce el sexismo y la violencia hacia las mujeres. Qué mensaje estamos recibiendo de estas instituciones. ¿Cuánto vale una mujer frente a la justicia? ¿Por qué defender la vida propia frente a un intento de feminicidio es castigado? ¿Bajo que ideas perdonamos las violaciones sexuales a mujeres? ¿Por qué permitimos que día con día las mujeres sean molestadas y tratadas como objetos de deseo por los hombres?
Muchas preguntas surgen frente al caso de Yakiri Rubí Rubio. Es momento de hacerlas visibles, de cuestionar a las autoridades y de cuestionarnos socialmente. Seamos conscientes de que los avances en este caso son resultado de la lucha y las manifestaciones de la familia de Yakiri, de amigxs, organizaciones e individuxs. ¡No dejemos de protestar! ¡No dejemos a Yakiri sola!
Y que la lucha sea por todas…


[2]http://www.acosolaboral.org.uy/mexico/acusanaMagistradodeAcosoSexual.php

2 comentarios:

  1. Esa tipa cometió un MASCULINICIDIO, y debe castigársele como se hace con los feminicidas

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  2. sepoyoni, estás idiota. Ella se defendió (las pruebas concuerdan con su testimonio), no fue un ataque a un hombre sólo porque sí.

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